Este año hemos vivido una situación excepcional que nos ha permitido, en mayor o menor medida, contemplar los estragos de una sociedad cuyas prioridades están basadas en el capitalismo: el beneficio económico, la actividad frenética imparable y el consumo desmedido. Hemos contemplado atónitas como, una vez más, se priorizaba la economía a la vida. Lo cual supone, como todas sabemos, perder vidas humanas a cambio de salvar la temporada de verano o la de Navidad.