En las escuelas, en los medios, en las tribunas de todo tipo se nos dice continuamente que vivimos en un estado social donde se reconocen todos los derechos que una persona puede ejercer en libertad, entre ellos, el de opinión. Sin embargo cada día podemos comprobar cómo, algo tan simple y normal como exponer los pensamientos en público, no está garantizado si abriendo la boca molestas a quien tiene poder y dinero.
En un mundo derrotado, donde la incomunicación y la insolidaridad campan a sus anchas, donde la vecindad, la plaza, el barrio han sido desmontados o están en proceso, internet ha supuesto una vía para recuperar, quizá de manera superflua y con grandes carencias, canales y espacios de comunicación y afinidades, de opinión y debate. No pueden vigilarnos constantemente en la calle y hacernos callar… aún. Pero si pueden hacerlo a través de otros medios como la prensa escrita, radiofónica y en este caso internet.
El portal de información de Alasbarricadas.org ha sido demandada por comentarios inferidos acerca de la imagen y la reputación del señor Jose Ramón Julio Márquez Martínez (más conocido como “Ramoncín”). Supuestamente se ha violado “el derecho al honor” de esta persona, mediante infamias, comentarios injuriosos y difamaciones (“graves expresiones atentatorias contra el honor del demandante”, lo llaman).