El pasado sábado 1 de septiembre libró su último combate el compañero José Moreno Salazar, último superviviente del grupo guerrillero de Los Jubiles.
José Moreno nació en Bujalance (Córdoba) en 1922, en una familia jornalera, por lo que la guerra lo alcanzó siendo un niño. Afiliado a la CNT desde muy joven, empezó siendo enlace del grupo “Los Jubiles”, llevando y trayendo información y víveres entre el monte y el pueblo. Bujalance era una localidad de una gran influencia libertaria, encabezada por los Hermanos Rodriguez Muñoz,“Jubiles”, que al finalizar la guerra formaron un grupo guerrillero que logró resistir hasta 1944. Testigo de la durísima represión fascista en el pueblo, que sufre directamente su familia y él mismo, se unió finalmente al grupo en 1941. Así se inició su vida como guerrillero, contada por el mismo en su libro “El guerrillero que no pudo bailar”, publicado hace tan solo unos años.
Tras varios años de resistencia y lucha en Sierra Morena, el grupo es victima de una traición y cae en un cortijo de Montoro. Todos los miembros del grupo son asesinados, excepto José que salva la vida al derrumbarse sobre él parte del techo del cortijo en el que se cobijaban. Es llevado a la cárcel de Montoro y luego a la de Córdoba, volviendo a caer sobre él la tortura y la represión. En un arranque de audacia, consigue escapar de la prisión y huye a Manzanares. De ahí a Valencia, luego a Madrid. Para intentar ocultar el mito de que el último de los Jubiles estaba vivo y había escapado, la Guardia Civil mata a un pobre hombre y publica en la prensa con grandes titulares que ha terminado con José Moreno. Pero José consigue documentación falsa y comienza una nueva vida con el nombre de Antonio Pérez. Finalmente se instaló en Osa de la Vega (Cuenca), dedicado a los seguros de defunción, lo que no deja de tener gracia para ser alguien que ya estaba muerto “oficialmente”. No recuperó la posibilidad de usar su nombre verdadero hasta 1982.
José Moreno vivió muchos años bajo otra identidad y ocultando su procedencia y sus ideas. Su historia permaneció oculta pero no olvidada. Su memoria prodigiosa y su ánimo tenaz le permitieron, muchos años después, describir la travesía de su lucha y la de sus compañeros de una forma meticulosa y exhaustiva. No olvidó tampoco sus ideas libertarias y desde que recuperó su identidad no cesó en el empeño de que se reconociera y recordara a sus compañeros. José promovió con su tesón los actos celebrados hace dos años en Bujalance y Montoro que culminaron con la construcción de un monolito en el lugar donde murieron. José volvió a ver su pueblo después de más de 40 años.
La versión de José acerca del final de “Los Jubiles” no era compartida por algunos familiares de éstos, que dudaban que él hubiera estado presente. Pero el tiempo ha querido que el expediente instruido por el ejército franquista y la Guardia Civil al grupo guerrillero haya sido encontrado en el Archivo Militar de Sevilla, dando la razón plenamente a las palabras del compañero José.
Aquejado por graves dolencias del corazón desde hacía varios años, no dudó jamás en asistir a actos, conferencias, allí donde se congregaran guerrilleros para seguir manteniendo viva su historia. La muerte de su compañera el año pasado agravó sus dolencias hasta que el sábado ya no pudo más.
Ha muerto el último de Los Jubiles. De él nos queda un ejemplo de lucha constante que nos demuestra que ésta es posible siempre, aun en las condiciones más adversas, sin perder la humanidad que caracteriza a los auténticos anarquistas. Que la tierra te sea leve, compañero