Hoy jueves se ha producido finalmente la entrada en prisión de las seis sindicalistas de CNT Xixón
conocidas como Las Seis de la Suiza. Después de un proceso que ha durado más de siete años, las
trabajadoras han acudido al centro penitenciario de Villabona para cumplir la sentencia de tres
años y medio de cárcel dictada por el juez Lino Rubio Mayo y posteriormente ratificada por el
Tribunal Supremo. Su delito: hacer sindicalismo.
Una cuenta atrás de siete años desde que las trabajadoras realizaron una serie de concentraciones
y reparto de octavillas para defender a una compañera del sindicato de una situación de acoso y
explotación laboral. Ese es el pretendido “delito” por el que las condenan, aunque en realidad
entran en prisión para dar ejemplo de lo que puede ocurrirle a cualquier trabajadora que intente
defender sus derechos, sobre todo si la empresa a la que se enfrentan tiene los suficientes
recursos y contactos como para poner el poder judicial a su servicio.
El proceso a Las Seis de la Suiza sirve para dar ejemplo de lo que puede pasarte si protestas. Para
instaurar el terror en la sociedad a través de una estructura judicial que se ha vuelto omnipotente
en un sistema que se pretende democrático, pero que no es más que la fiel heredera de la
oligarquía franquista que sigue teniendo el control económico, político y judicial de este estado.
Pero estas compañeras no son las primeras que están viendo sus vidas truncadas por las
sentencias ejemplarizantes de jueces y tribunales; son muchos y muchas ya quienes están en la
cárcel a causa de delitos inventados o magnificados hasta el extremo para justificar la represión
hacia cualquier tipo de movilización u organización social que resulte crítica con el orden existente.
Pero a pesar de sus intentos de criminalizar la protesta social, son muchas quienes siguen hoy en
la calle defendiendo sus derechos, sus empleos o luchando por conseguir mejoras para la vida de
las personas. Y seguirán siéndolo. El terror que provocan sirve para desilusionar a algunas, que
carecen de fuerzas para seguir. Sirve también para encerrar en casa a otras que ya no se acuerdan
de lo que significa la solidaridad. Pero también sirve para abrir los ojos a muchos más. Y de esos
ojos que se abren hoy vendrán las manos del mañana.
¡LIBERTAD PARA LAS SEIS DE LA SUIZA!
¡EL SINDICALISMO NO ES DELITO!
