¿Seguirán primando los intereses? (Cuando los intereses priman (II))
Motivados por esta periódica inactividad que el periodo estival impone, nos atrevemos a publicar la segunda entrega de lo que está llamado a ser el culebrón cordobés del verano (algo así como la canción del verano pero sin playa). Como si hubieran leído el artículo que ayer (31/07/07) publicamos en nuestra web (quién sabe hasta donde llegan los tentáculos de la Confederación), distintas figuras de la política y la justicia parecieran haber tomado notas de nuestras recomendaciones en relación al incendio de Cerro Muriano. Según nos contaba ayer la prensa local, el fiscal general Cándido Conde-Pumpido promete actuar con la “máxima contundencia” en los hechos delictivos relacionados con incendios. Lástima que no dijese “en los hechos delictivos relacionados con EL incendio”, en referencia al originado en las instalaciones militares de Cerro Muriano, al que sí se remitió para asegurar “que abrirá una investigación de oficio para tener un conocimiento exacto de las causas del incendio”. Asegura que se va a determinar de quién es la responsabilidad, aunque teniendo en cuenta que no tienen claro si este caso "le corresponde a la jurisdicción militar o a la ordinaria"…
Por otro lado, la consejera de Medio Ambiente de la junta de Andalucía, Fuensanta Coves, ha lanzado varias propuestas entre las que se encuentra una que ya avanzábamos en nuestro escrito, la limpieza de los artefactos que no hayan sido explosionados. Incluía otras como la quema selectiva de ciertos lugares y la ampliación de los cortafuegos que rodean las instalaciones. Ninguna exigencia de responsabilidades, ni de reparación del daño, nada. Otras fuentes de la consejería de medio ambiente aportaban un dato muy aclarador: quince incendios en quince años, en la base de Cerro Muriano. Vamos, que le meten fuego todos los años. También se daban cifras que se contraponían con las adelantadas por los trabajadores de extinción (en huelga, por cierto, por considerar insuficiente el preacuerdo ofrecido por la empresa y firmado junto a UGT por el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) y Bomberos Forestales de Andalucía): 4.100 hectáreas (2.600 dentro del campo de tiro y 1.500 en fincas colindantes) frente a las aproximadamente 9.000 que se adelantaron. Asimismo ofrecían unos periodos de regeneración que nos parecen muy optimistas, sobre todo teniendo en cuenta que las 2.600 hectáreas de la superficie del campo de tiro han quedado “completamente quemadas" y la periodicidad de los incendios en esa zona.
Puede ser que un individuo de cualquier especie de matorral tarde cuatro años en adquirir el porte que tenía (como aseguran fuentes de medio ambiente), y que otra especie arbórea tarde de nueve a doce años; lo que no es tan rápida es la conformación de las formaciones vegetales que existían. Además, hay que tener en cuenta que, aun teniendo esa capacidad de regeneración el monte mediterráneo, la misma se va viendo mermada con los reiterados ataques a los que se sometido. Los individuos sufren un desgaste cada vez que sufren alguna alteración, hasta terminar por no ser capaces de sobreponerse.
En ninguna de las declaraciones se le ha exigido al ejército que deje de tratar sus terrenos como si de un cortijo se tratase. Los montes son patrimonio de todos, con independencia de su titularidad; nadie tiene el derecho de destruir la vegetación esté o no ésta creciendo sobre sus terrenos. Como decía ayer Greenpeace, desde 1996, las maniobras militares "han causado la quema de 16.739 hectáreas de monte y provocado grandes incendios, de los que es responsable un ministerio público”. No sabemos de ningún responsable del mismo… Por eso, como ha venido siendo hasta ahora, creemos que las grandilocuentes declaraciones del fiscal general y las “recomendaciones” de la consejera de medio ambiente quedarán en agua de borrajas y no pasarán de unos cuantos titulares de periódico. Dentro de quince años, quince incendios más habrán asolado nuestra sierra a consecuencia de las prácticas militares. Nada nos gustaría más que tener que tragarnos nuestras palabras, pero mucho nos tememos que no será así, que no erraremos en nuestros vaticinios. A costa de nuestro dinero seguirán jugando a la guerra, con nuestro dinero regenerarán el terreno quemado que, luego, con nuestro dinero, volverán a quemar.