La madrugada del trece de noviembre Marruecos violó el alto al fuego, acordado bajo el marco de la ONU, con el Frente Polisario (representante del pueblo saharaui), penetrando por la brecha ilegal del Guerguerat, con intención de dispersar a población civil que protestaba allí desde hace tres semanas.
Y ahora se ha declarado la guerra. La guerra entre Marruecos y un pueblo hermano, un pueblo con el que compartimos historia y por tanto recuerdos. La que fue la provincia número 53 de España y que, tras los acuerdos ilegales de Madrid, sería exiliada, echada de su tierra y destinada al olvido durante 45 años en el desierto de los desiertos.
Mientras tanto, España sigue siendo, a efectos legales, potencia administradora del territorio del Sáhara Occidental, que ocupado por las fuerzas marroquíes ha sido escenario de una continua violación de los Derechos Humanos, desde torturas hasta la desmantelación del Gdeim Izik en 2010. El pueblo saharaui ha sufrido la colonización y la posterior ocupación de sus tierras, hechos que solo han traído guerra y violencia a un pueblo que ha alzado la voz por la paz.
La única solución para el pueblo saharaui es que se materialice su derecho a la autodeterminación para que así recuperen su tierra y puedan construir el futuro que hace 45 años le negaron. Para ello, es necesario que España incline la balanza, remendando quizás el oscuro pasado colonialista, y muestre su apoyo a la causa saharaui ante la comunidad internacional. Solo de esta forma podremos evitar que nuestro pueblo hermano sufra una guerra de la que indudablemente España será responsable.
Solidaridad con el pueblo saharaui.
¡Por la autodeterminación ya!
¡Por un Sáhara Libre!