Este Primero de mayo la clase obrera no podrá salir a la calle a manifestarse, precisamente cuando vivimos la situación más trágica de los últimos años.
Miles y miles de personas trabajadoras están siendo despedidas. Otras tantas, incluidos en los ERTE, ignoran cuando podrán cobrar algo. Y muchas de ellos se están viendo con dificultades para afrontar los gastos más básicos. Estos serán los signos de los meses y años que nos esperan tras esta crisis: Más paro, más precariedad y el intento de reducir aún más los salarios y derechos laborales.
Es el fracaso de un modelo empresarial basado en el endeudamiento, el trapicheo y el recorte de los gastos laborales, practicado en general, a través del fraude. Un modelo, el de los “emprendedores”, la externalización y la privatización de lo público que, auspiciado por el estado, la banca y la patronal rapiña el fruto del trabajo de las personas, fabricando pobres mientras hace más ricos a los ricos.
El gobierno no da auténticas soluciones a una clase trabajadora que está soportando, como en todas las crisis, los reveses más duros desde el punto de vista económico y laboral, pero sí cede a los intereses de la gran empresa. Por un lado, no se ha creado una renta básica de emergencia o un impuesto para las grandes fortunas. El ingreso mínimo vital que se pretende aprobar, y que no es nada parecido a una Renta Básica Universal, llegará tarde, poco y mal para cubrir las necesidades de las personas que lo necesitan, hoy por hoy, para subsistir. Y por otro lado, obliga a cientos de miles de trabajadoras a volver al trabajo a sabiendas que muchas empresas no tienen las debidas garantías sanitarias contra el virus. En este escenario, mucho nos tememos que unos nuevos “pactos de la moncloa” sirvan, como ya lo hicieron los anteriores, para empeorar la situación de trabajadoras y trabajadores.
Pero que no podamos salir a la calle no quiere decir que no podamos hacer nada. Hoy hemos de pensar en mañana.
Hoy, la solidaridad y el apoyo mutuo se hacen más necesarios que nunca. Y son muchas las muestras que vemos en ese sentido. Pero mañana necesitaremos mucho más que acciones individuales de apoyo. Necesitaremos una acción colectiva lo más fuerte posible, para que esta crisis no la terminen ganando las multinacionales y la perdamos la clase trabajadora, como ocurrió hace una década.
Necesitaremos recordar estos momentos para exigir al gobierno, sin medias tintas ni paños calientes, que se revierta la privatización de la sanidad y la educación públicas y que se acaben los recortes sociales y laborales y se aumente el presupuesto de todos los servicios públicos; para exigir que se priorice lo importante, lo que es de todos y para todos.
Y también necesitaremos la unión solidaria dentro de las empresas, para defendernos colectivamente y apoyar las luchas de trabajadoras y trabajadores por mantener su puesto y sus condiciones de trabajo, porque el gran capital utilizará esta crisis con toda seguridad para aprovecharse de la situación y volver a sacar el mayor beneficio posible.
Porque el enemigo, hoy y mañana, sigue siendo el mismo: el capitalismo. Este es el sistema el que tenemos que derrotar. Porque cuando la crisis de covid-19 termine, seguirá estando ahí la desigualdad, el grave deterioro medioambiental, la escasez y al mismo tiempo, el despilfarro de recursos, mientras que se mantiene la economía de casino y el más absoluto desprecio a la situación de los más desfavorecidos.
Los sindicatos tenemos un papel importante en los tiempos que vienen y que van mucho más allá de esos presuntos pactos que se aventuran entre la clase política y los llamados “agentes sociales”, que no son sino los encargados de mantener el status quo actual. Los sindicatos de clase tenemos que fortalecer nuestras estructuras para la lucha que se avecina, en las empresas por los derechos laborales y en la calle por los derechos sociales. Porque también las libertades públicas van a salir dañadas de esta crisis.
Hemos de confiar en la acción colectiva, y trabajar decididamente por ella, porque es la auténtica vacuna que necesitamos. Porque cuando todo esto termine, no habrá normalidad a la que volver. Pero tendremos un futuro por crear. Aprovechemos la ocasión.
CGT CNT-Córdoba SAT USTEA