Este 19 de julio se cumplen 80 años del inicio de la Revolución social de 1936. Un proceso revolucionario con el que trabajadores y trabajadoras enfrentaron el golpe de estado fascista, dispuestos no solo a no retroceder, sino a luchar por una sociedad basada en la libertad, la solidaridad y el apoyo mutuo, que acabara con siglos de injusticia y explotación.
El fascismo español y europeo, confabulados, y el miedo de las democracias liberales al proceso revolucionario, ahogaron en sangre estas aspiraciones, implantando un régimen asesino que durante más de 40 años practicó el terror contra las organizaciones obreras y muy especialmente contra la CNT.
Andalucía padeció especialmente una represión que alcanzó cotas de genocidio, por parte de una oligarquía dispuesta a lo que fuese para defender sus privilegios inmemoriales. Una política de exterminio que llenó por decenas de miles las cunetas y las fosas comunes de los cementerios de pueblos y ciudades, dónde aún hoy permanecen muchos de nuestros compañeros y compañeras, para vergüenza de un régimen que se autodenomina democrático, cuando no es sino continuación institucional del régimen franquista y que se ha demostrado incapaz de restituir la dignidad y perseguir a los culpables de aquellos crímenes, cuando no ha bloqueado, cualquier intento de recuperar la memoria, especialmente la libertaria.
Tras más de 40 años de gobiernos de uno u otro color político, los represaliados siguen en las cunetas y las fosas y los responsables de los asesinatos y sus herederos, siguen ocupando las instituciones, y acaparando el poder económico, político, judicial y religioso.
Si hace 80 años, el golpe militar trató de acabar con las conquistas y organización obreras, objetivo último del fascismo, al servicio de los intereses de la oligarquía política y financiera, el régimen político surgido de la llamada transición, no ha hecho sino continuar ese camino por otros medios.
La ley de amnistía, las políticas de olvido y deformación de la historia y la negativa a perseguir a los responsables de los crímenes franquistas, son la otra cara de la renuncia a la ruptura con la dictadura, de la firma de los Pactos de la Moncloa y los que le siguieron, y de la configuración de un régimen sindical y político que imposibilitara cualquier resistencia popular contra las sucesivos ataques a los derechos de los trabajadores, como no hemos dejado de denunciar en estos años.
Cuando se han derrumbado las expectativas de progreso con el que se impulsó la llamada "Transición" a través de un raquítico estado del bienestar y de repetidas burbujas especulativas que se han venido abajo estrepitosamente, ha quedado al desnudo la realidad de explotación, miseria, y precariedad vital y económica que el capitalismo ha generado.
Se ha hecho evidente que la única prioridad real del sistema es garantizar, como hace 80 años, los privilegios de las oligarquías económicas y financieras. La corrupción supura por todas las costuras del régimen,
El fascismo y la xenofobia resurgen en Europa, como hace 80 años, agitando entre los sectores populares que más han sufrido décadas de políticas de neoliberalismo extremo su viejo discurso de odio y demagogia contra los más débiles.
Necesitamos recuperar el espíritu libertario y revolucionario del 19 de julio con el que los sectores populares tomaron calles, fábricas y campos apostando por autogestionar sus vidas.
Continuar la lucha, construir poder popular y tejido social en la base, poner en pie organizaciones fuertes y combativas, capaces de enfrentar a Troikas e instituciones financieras, hacer temblar a las élites y aspirar a un mundo nuevo, es el mejor homenaje a los compañeros y compañeras cuya lucha y ejemplo conmemoramos hoy.
CNT Córdoba